lunes, 14 de diciembre de 2009

Y allí estaba, buscandose en el final de la botella, en los ojos un mar y en los labios una cigarro difuminado. No sabía la hora, tarde seguramente, como siempre, pero no la importaba; solía hacersela tarde, entre unas cosas y otras el reloj había terminado por tomarla manía.
Miró con desprecio la copa que se estaba tomando, ni siquiera sentía el sabor de aquel ácido corroyéndola la tráquea; se la terminó de un sorbo, cerrando los ojos e implorándole muda a aquel techo del bar que la rescatara. Dió un suave golpe en la barra al dejar la copa y levantó la mirada; el bar se había transformado en un baile de máscaras, las luces de neón de los rótulos invitaban a bañarse entre aquella multitud de borrachos, que, como ella, debían estar imaginando una realidad paralela más libre. Hizo una mueca que con menos embriaguez hubiera supuesto una sonrisa, buscó a tientas la cartera en su bolso y pagó, 9€ y pico... se lo sabía de otras veces; se levantó se puso el abrigo, la máscara y se dispuso a emprender el vals de vuelta a casa..

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