jueves, 17 de diciembre de 2009

Egeo.

Estoy asomada por la borda, mirando la espuma suicida saltar estrellándose contra las paredes del barco; hace frío, llevo únicamente mi vestido negro e intento auto abrazarme en vano, el rimel nada por los surcos que han dejado las lágrimas en mi piel, y aún alguna que otra rueda por mi mejilla… La locura comienza a hacer amagos de invadirme, quizás sea el calor o que llevo días sin apenas comer; creo desfallecer. El odio comienza a hacer estragos en mí, tratando de apoderarse de hasta el último de mis huesos; en ese momento el mar me abraza por la espalda, envolviéndome en su calor, secándome las lágrimas con un beso y tranquilizándome. Me dejo llevar… Grito, maldigo y pago mis fantasmas con aquel mar, pero no sube la marea, sino que me lleva a bailar sobre la espuma… me hace reír, y se van mis lágrimas, mis odios y mis fantasmas.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Y allí estaba, buscandose en el final de la botella, en los ojos un mar y en los labios una cigarro difuminado. No sabía la hora, tarde seguramente, como siempre, pero no la importaba; solía hacersela tarde, entre unas cosas y otras el reloj había terminado por tomarla manía.
Miró con desprecio la copa que se estaba tomando, ni siquiera sentía el sabor de aquel ácido corroyéndola la tráquea; se la terminó de un sorbo, cerrando los ojos e implorándole muda a aquel techo del bar que la rescatara. Dió un suave golpe en la barra al dejar la copa y levantó la mirada; el bar se había transformado en un baile de máscaras, las luces de neón de los rótulos invitaban a bañarse entre aquella multitud de borrachos, que, como ella, debían estar imaginando una realidad paralela más libre. Hizo una mueca que con menos embriaguez hubiera supuesto una sonrisa, buscó a tientas la cartera en su bolso y pagó, 9€ y pico... se lo sabía de otras veces; se levantó se puso el abrigo, la máscara y se dispuso a emprender el vals de vuelta a casa..

domingo, 6 de diciembre de 2009

Prometer eternidad es tan absurdo como esperar el golpe de gracia en una guerra, sin embargo mi estupidez se promete eterna compañía desoyendo mis consejos; es un instinto suicida que me impulsa a no salir de las arenas movedizas en las que me escondo. Supongo que no quiero salir de ellas, no es miedo...Sino angustia. Aún estoy atrapada entre esas aguas cristalinas que tanto me hicieron sonreír, como si mi alma se hubiera quedado repartida…pero mi cuerpo hubiera que tenido que seguir entregándose al paso de los días. Tampoco mi mirada me obedece, efímera, se distrae saboreando la bruma de los recuerdos archivados, y mi sonrisa se va con ella, la maneja a sus anchas...No hay quien lo entienda

viernes, 4 de diciembre de 2009

para un siete de noviembre.


Y reirme como si fuese la primera vez que oia su risa
Y llorar como si fuese la primera vez que oia un disparo
Y bailar como si fuese la primera vez que sonaba aquella canción
Y correr como si fuese la primera vez que huyo de mis miedos
Y ver amanecer, llover o una estrella como si fuese la primera vez que saliese el sol
Y quererla.. como si fuese el último dia del universo