miércoles, 13 de enero de 2010

No he podido evitarlo.
Mi sentido común nadaba contracorriente tratando de pararme, mientras mis pies se dejaban llevar al compás de las gotas.
Me sobraba el paraguas, me sobraba la ropa, me sobraba hasta respirar.. Mi alma bombeaba un grito ahogado que preguntaba “¿donde estás?” a cada paso, y una vez allí se hizo insoportable. Podría haber echado a correr y haber huido, pero a pesar de que cada escalón era una bala en mi cuerpo, no quería. Las lágrimas echaban una inminente carrera por mis mejillas, mientras los recuerdos se agolpaban en mis manos abrumándome. “Ya está, loca, no te hagas más daño” me dije a mi misma sacando fuerzas de debajo de la tierra para levantarme, “ya está”.


trece de enero, 2010.

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