caos

Apenas logro atisbar tus luces 

y apenas 

tus sombras;

creyendo mirarte.

y tu,

tapándome los ojos.

Cuando la profundidad supera los relatos de Verne,

y las llagas que en tus comisuras pronuncian, 

arrasan con mis pasos

mis expiaciones tornan nulas,

 dejandose devorar por tus versos.

Creo que me estoy volviendo loca, cada una de tus sombras pretende arrancarme las entrañas, pero continúo con mi absurda persecución. Te miro desesperada, ansiando que tornes tu vuelo y poder alcanzarte.

Trato de agarrarte, pero te escurres entre mis dedos; maldigo mi torpeza y mi paralizante miedo…Definitivamente, tendré que comprarme un cazamariposas.

Eso fue hace mucho tiempo, quizás demasiado. Resuena cada vez que hiela, pero todo está en calma; yo estoy en calma. Tan solo el miedo trae de nuevo los fantasmas.

Es como un cuadro realista, que, sin embargo, representa un tema mitológico; irreal si cabe. Visto así, es casi surrealista, producto de la imaginación, de la necesidad.
Sin embargo, era arte. La armonía geométrica palpitando a pesar del ruido; a pesar de que odie la geometría; a pesar de que os odie. Nadie fue el culpable, todos lo fuimos. Los latidos cesaron. En la morgue señalaron que fue paro cardíaco; ataque al corazón; derrame de pánico.

Explícame el sentido.

Los vástagos de mis entrañas se apilan bajo el paredón de fusilamiento. Esta vez, conocen mi sonrisa. A veces; tan solo a veces, dudan.
Sin embargo; no quiero engañarles, no voy a mentirles, esta vez no.
La obviedad de su final es abrumadora; hiela, paraliza. ¿Qué hacer sabiendo algo inevitable? La impotencia devora cada uno de mis halos y sin embargo, sonrío.
Todos sonríen; indiferencia ante la caída de las hormigas con el fuego de la lupa; un juego de niños.
Que más da, tan solo son hormigas. Una plaga al fin y al cabo.

"Y antes de que me quieras como se quiere a un gato me largo con cualquiera que se parezca a ti"
Con dos camas vacías

Los recuerdos se agolpan en mis manos;

tras haber sido el único en surcar mi séptimo cielo,

te recuerdo.

Cual volcán enfurecido por el magma de los celos,

y sin embargo; mar.

Y sin embargo; tus dedos recorriendo el horizonte del paraíso por el Egeo.

No vale de nada engañarse,

el primero en luchar contra los infiernos

tiene guardado el cielo de los recuerdos.

A ratos temía perder su condición de nómada, su certidumbre de que ninguna libertad era más verdadera que la de aquel que un día amanece en una cama y otro en otra, que no duerme más de un mes bajo el mismo cielo y no come en la misma mesa sino hasta antes que los platillos que en ella se sirven corran el riesgo de volverse costumbre para su paladar. Tenía veneración por la Emilia que cruzaba su vida como una luz que si fuera permanente terminaría por cegarlo, por el amor que le guardaba entre sus brazos, indeleble y curioso como sólo son los amores al principio, y nada le daba más pánico que la idea de que ese cuerpo lo saciara alguna vez, hasta volverse indeseable.

“Mal de amores” Ángeles Mastretta