martes, 22 de marzo de 2011

Explícame el sentido.

Los vástagos de mis entrañas se apilan bajo el paredón de fusilamiento. Esta vez, conocen mi sonrisa. A veces; tan solo a veces, dudan.
Sin embargo; no quiero engañarles, no voy a mentirles, esta vez no.
La obviedad de su final es abrumadora; hiela, paraliza. ¿Qué hacer sabiendo algo inevitable? La impotencia devora cada uno de mis halos y sin embargo, sonrío.
Todos sonríen; indiferencia ante la caída de las hormigas con el fuego de la lupa; un juego de niños.
Que más da, tan solo son hormigas. Una plaga al fin y al cabo.